En el Boletín KairEd No. 1, Jan Barrientos nos compartía su reflexión sobre la metodología dialógica de Martin Bubber y la necesidad de apertura, de una actitud “sin expectativa” al momento de encontrarse para crear conjuntamente el diálogo. La coyuntura y nuestro sistema traen su lote de desafíos. Para evitar que estos se transformen en tensiones y conflictos, la comunicación no violenta, también llamada “comunicación empática”, nos puede aportar unas pistas. Desarrollada por Marshall B. Rosenberg, un psicólogo estadounidense (1934-2015), esta metodología se compone básicamente de cuatro pasos:
- Observar un hecho o actitud,
- Expresar sus sentimientos,
- Compartir su necesidad, y finalmente
- Comunicar el deseo de forma positiva y clara.
Hacer observaciones y ser descriptivo es clave para evitar lo emotivo y evitar la confrontación. Sin embargo, no caer en la interpretación puede ser más desafiante que lo que uno pensaría. Observando, dejamos atrás los prejuicios, decidimos no evaluar al otro. De hecho, en el momento en que combinamos la observación con una interpretación, es alto el riesgo de que nuestro interlocutor se sienta atacado y criticado y de que responda con vehemencia… con el resultado de aumentar el nivel de tensiones. Por ejemplo: “Si tu alimentación no es equilibrada, vas a enfermarte” (interpretación) vs. “si tu alimentación no es equilibrada, temo que te enfermes” (observación). Por ello, las palabras “generalizadoras” y “exageradoras” como siempre y nunca deben ser utilizadas muy cuidadosamente. El segundo paso es expresar el/los sentimiento/s. Vale la pena reflexionar y distinguir entre lo que uno siente y lo que uno cree ser. Por ejemplo: “Me siento incapaz como artista”. “Incapaz” aquí no es un sentimiento, sino una descripción de lo que pensamos ser. Aquí podríamos querer expresar que “me siento decepcionado / impaciente / frustrado como artista”. Para expresar el sentimiento, el verbo “sentir” no es una necesidad. Se hubiera podido decir, “estoy decepcionado”. Por lo anterior, es interesante pensar en el sentido de las frases que combinan el verbo sentir con que, como y como si. En “siento que me odia”, “me siento como lo/a más inteligente del mundo” y “me siento como si viviera con una pared”, el sentimiento concreto no está expresado claramente; al contrario de si se hubiera utilizado “estoy desesperado/a”, “estoy orgulloso/a y “estoy infeliz” respectivamente.
Otro punto por tomar en cuenta es la distinción entre lo que sentimos o lo que pensamos de la actitud de la otra persona. Por ejemplo: “me siento explotado”. Ahí valoramos e interpretamos el comportamiento de los demás sin realmente resaltar nuestro sentimiento que podría ser “estoy molesto/a”. El siguiente momento es “tomar la responsabilidad de nuestros sentimientos”, como lo dice Rosenberg, y conocer y expresar la necesidad que hay detrás. Al recibir una noticia que percibimos como negativa o molesta, tenemos varias maneras de reaccionar. Podemos 1) culparnos, 2) culpar al otro, 3) percibir nuestros propios sentimientos y necesidades o también 4) percibir los sentimientos y necesidades de las y los otros. La idea es facilitar la comprensión del sentimiento y evitar que el interlocutor entienda la frase como una crítica. Escuchar una crítica o sentirse juzgado resulta generalmente en una actitud de autodefensa, alejando la posibilidad de dialogar. Miremos el ejemplo que Rosenberg propone: “Me puso furioso que hayan anulado el contrato” vs. “tuve un gran disgusto al ver que habían anulado el contrato, porque lo considero una falta de responsabilidad”. En la primera, la persona culpa a los demás, mientras en la segunda reconoce que es su propia forma de pensar la que lo/la hace sentirse así.
Sin embargo, al momento de significar su voluntad y emoción, uno puede chocar con los demás. De lo anterior la importancia de compartir las necesidades que hay detrás de manera clara y abierta: “Si no terminas la comida, mamá se sentirá decepcionada porque quiere que crezcas sano”. Entonces, los demás no tienen la culpa de nuestros propios sentimientos y nosotros tampoco tenemos la responsabilidad de los sentimientos de los demás. Pero sí tenemos responsabilidad en cómo pueden entender lo que comunicamos. Para seguir construyendo el diálogo con la otra persona, el tercer elemento es expresar el deseo de manera clara, concreta y positiva. Solo así se puede esperar que la otra persona sepa cómo seguir con nosotros. También es más probable que se cumpla el deseo. A veces uno exclama o comenta, pensando que se expresa una necesidad, un deseo. Sin embargo se puede entender como una crítica. Por ejemplo: “Me molesta mucho que hayas llegado tan tarde y que no me avisaste”. El deseo no está expresado de manera clara ni positiva (“quiero que hagas esto” vs. “no quiero que hagas esto”). La necesidad puede ser que tenía otra cita después y con menos tiempo ya no se podía resolver el asunto. El deseo podría ser que avisara que llegaría tarde, para poder organizarse, aplazar la otra cita o cancelar esta reunión que ya no sirve por el poco tiempo. ¿Qué podemos hacer si nos encontramos frente a alguien que sólo expresa una molestia? Aquí entra la comunicación empática. De pronto le hubiera gustado escuchar: “Veo que estás asustado, que no logramos solucionar la situación porque no nos queda tiempo de discutirlo y que te hubiera gustado poder organizar tu tiempo según tus prioridades”.
Finalmente ayuda reforzar la diferencia entre petición y exigencia. Además del tono, la diferencia está en la empatía que mostramos – o no – con respecto a las necesidades de la persona a la cual va dirigida la frase. Por ejemplo: “¿estarías dispuesto a poner la mesa?” en vez de “me gustaría que pusieras la mesa”. Es importante indicar que deseamos que lo hagan sólo si realmente lo quieren. Para Rosenberg es importante entender que estamos estableciendo maneras de dialogar para satisfacer las necesidades de todas y todos, y no imponiéndole a otra persona una manera de actuar o de pensar. Todo esto es una manera de distanciarnos y analizar la manera de expresarnos. Hay unos elementos claves que propone Rosenberg, pero tampoco queremos caer en las justificaciones continuas de “hice esto porque…”. Sin embargo, la transparencia y comunicación sobre las necesidades propias, así como la empatía con las del interlocutor son técnicas de base de la mediación de conflictos. Con estas reflexiones los dejo y ¡me alegro ya de leer sus comentarios!
Para ahora un pequeño ejercicio…
¿Cuál frase es de observación, cuál es de interpretación?
1. Ayer John se enojó conmigo sin motivo. 2. Mi padre es un buen hombre. 3. Paula ha sido la primera de la fila toda la semana. |
¿Cuáles de las siguientes frases expresan sentimientos?
4. Siento que no me quieres. 5. Me entristece que te vayas. 6. Lo que hiciste por mí me hizo mucho bien.
|
¿En cuáles frases se expresan estas necesidades?
7. Me irritas cuando envías una respuesta automática y nunca contestas personalmente. 8. Me decepciona que llegues tarde. 9. Estoy desanimado porque pensé que lo iba a lograr. |
¿Qué frases expresan de manera clara el deseo?
10. Quiero que me comprendas. 11. Me gustarías que prepararas el tinto más seguido. 12. Quiero que nos veamos por lo menos una vez a la semana.
|
1. Se trata de una evaluación… “sin motivo” es una interpretación, también lo es decir que se enojó. De pronto se sintió herido o asustado.
2. “Buen” hombre es una interpretación. Hablando de los hechos que nos hacen decirlo sería una observación. 3. Esto es una observación. 4. “No me quieres” no expresa un sentimiento. Estamos interpretando el comportamiento de la otra persona. Aquí típicamente se utilizó “siento que”. Decir me siento triste / angustiado sería expresar un sentimiento. 5. Aquí se expresa abiertamente un sentimiento. 6. En esta frase también se expresa un sentimiento. También se hubiera podido decir con me siento gratificado, aliviado, animado. |
7. La frase presupone que la única causa es el comportamiento del otro. Aquí no tomamos la responsabilidad de nuestro sentimiento ni expresamos nuestra necesidad.
8. Otra vez no expresamos nuestra necesidad. 9. Ahí sí se asumió la responsabilidad del sentimiento. 10. “Comprender” no es claro. Sería mejor preguntarle a la otra persona que explicara lo que comprendió. 11. “Más seguido” no explica de manera precisa el deseo, como lo podría ser “una vez al día” o “cada viernes”, por ejemplo. 12. Ahí sí es claro y preciso: “Por lo menos una vez a la semana”.
|
Comunicación no violenta – Desarrolla habilidades para relacionarte en armonía con tus valores, Marshall B. Rosenberg, Gran Aldea Editores, 2013, 199 p.
Karina Bayer