Por las sendas del Autocuidado y el Cocuidado internacional – “Creando puentes entre el intertopo y el sociotopo”
Mayo 18-31 de 2015, El Salvador (San Salvador, Arcatao, Golfo de Fonseca)
El sueño que otrora latía en el sentir del proyecto de pedagogía y teología del cuidado de Kairós Educativo y de varias organizaciones latinoamericanas que trabajaban en la perspectiva del autocuidado, ha visto la luz en tierra Salvadoreña. Un grupo de entusiastas mujeres arriban, desde diferentes latitudes: Colombia, Chile, Bolivia, El Salvador y Holanda-Alemania, con el ánimo de compartir experiencias en torno a las rutas de Autocuidado y socio-cuidado que se han implementado y re creado a lo largo del continente latinoamericano desde los últimos 19 años.
Un calor intenso baña la ciudad, los campos y los 22 volcanes que sostienen los pasos y la historia del pueblo Salvadoreño. Tan cálido como el aire es la bienvenida del equipo del CBC-Centro Bartolomé de las Casas-, al grupo de mujeres. Como granos de sal que llegan al mar, van haciendo un recorrido por las historias de violencia, conflictos, guerrilla, despojos, masacres, y también apuestas de resistencia, denuncia y trasformación como la que dejó en esta tierra el obispo Oscar Arnulfo Romero. La bienvenida comenzó con la visita a la cripta de Monseñor Romero; unos pasos por “El hospitalito” donde vivió y la capilla donde fue asesinado y lugares de memoria de los tantos mártires populares, acompasan la fe del pueblo y abren en corazón del grupo para vivir un encuentro sensible al caminar del pueblo salvadoreño.
Una honda quietud se respira en las avenidas, en los caminos montañosos, a la orilla del río Sumpul; la quietud guarda en sus silencios historias de dolor, marginación e injustica; y que poco a poco van emergiendo en las narrativas de nuestros anfitriones. Cada calle, cada habitante, cada construcción parece estar allí, bajo ese sol sofocante de medido día, con muchas ganas de que alguien las interpele, les pregunte y puedan contar sus historias. Parece un lugar a la espera de un oyente atento que quiera conocer su canto, sus relatos que se hallan inscritos en colores, en las paredes, en el mercado, en los frijoles y tortillas, entre pupusas y pandillas. Entre masculinidades que se arriesgan a asumir retos, entre mujeres y organizaciones que bullen por un cambio social aunando esfuerzos y sentires colectivos.
La ciudad está agitada, un gran evento se avecina: la beatificación de Monseñor Romero, nuestro Santo de América, y al mismo tiempo, para el grupo del I Encuentro internacional, también se avecina el taller con jóvenes chicas del Municipio de Arcatao. Así, Rutilio, Lorena, Edith y Wendy del CBC, Yosé junto con el equipo de Colombia: Andrea, Judith, Alejandra y Emilia; Alcira, Emma y Yolanda de Bolivia, Toya de Chile y Analisa de Italia y El Salvador, emprendemos el camino hacia Arcatao en el Departamento de Chalatenango, cerca de la frontera con Honduras y epicentro de enfrentamientos entre guerrilla y ejército durante el conflicto armado.
La expectativa y el entusiasmo habitan nuestros sentidos; sin embargo, antes de cruzar el puente sobre el río Sumpul, sin saberlo, una sensación de tristeza nos anuncia la historia de aquel lugar. El vehículo se detiene y todas con pies sobre la tierra comenzamos a descender a orillas del río, allí las piedras primero y luego Lorena nos narran la masacre perpetrada por el ejército sobre cientos de campesinos, dejando los cuerpos de hombres, mujeres y niñ@s ya sin vida flotando sobre las aguas fronterizas. Un ritual para conmemorar a las víctimas en el lugar donde las piedras y la naturaleza son testigas, nos dispone y nos permite conectarnos con la realidad de este lugar, con las historias que este pueblo lleva en sus cuerpos, sus memorias y su presente.
Nos recibe al amanecer el centro Mártires del Sumpul, con un Salón con vista a la magna naturaleza, que nos cobija y arrulla con sus cambios de carácter, soles intensos, lluvias, vientos y brisas refrescantes; mosquitos, hormigas de diferentes tamaños, sapos que entonan canciones nocturnas y custodian nuestro descanso. Al tiempo, llega un grupo de jóvenes habitantes de los campos salvadoreños. 22 chicas herederas de la guerra, se acercan tímidas, con preguntas, miedos y algo de desconfianza en sus gestos. Poco a poco se entregan al piso, al movimiento, al masaje, al teatro, al diálogo y a la pintura. Se van arriesgando a estar allí con su cuerpo, su presencia, su aburrimiento o sus ganas de aprender. El encuentro va permitiendo tejer confianza, hilar memorias, invitar al ser a hacerse presente. Todo un reto, cuerpos juveniles que pocas palabras cuentan, que parecen dispersarse y a ratos concentrarse, que juegan, ríen, pero también duelen. Un desafío de escucha y creatividad para el equipo facilitador que noche tras noche nos encontramos para ir afinando el hilo, la flauta y continuar componiendo nuevas melodías.
El taller se interrumpe el fin de semana, cada chica regresa a su casa y el equipo a San Salvador, para participar del ambiente festivo que vive por la beatificación de Monseñor Romero, pasando por una tormenta tropical con fuertes vientos, lluvia torrencial y granizo.
La primara actividad en la que participamos fue la vigilia convocada en diversos lugares de la ciudad por movimientos eclesiales y sociales. En la plaza de la Chulona, se dieron cita organizaciones, sociales, movimientos indígenas y de mujeres y comunidades de base- Danzas, bendiciones y cantos acompasaron el viacrucis del pueblo con una fuerte lluvia y las arengas que re repetían en el transcurso de la velada-
“No queremos un santo milagrero,
Si queremos un santo compañero”
A la mañana siguiente, los pies se alistan para caminar, algunos hacia la romería de beatificación y otros hacia el centro de la ciudad para descubrir San salvador, cada una a su propio ritmo. Desde las 5 de la mañana las comunidades van tomando su lugar a los alrededores de la Plaza del Salvador del Mundo. A las 9 am ya casi no hay por donde caminar, entre cantos, pancartas camisetas y ventas callejeras emergen los recuerdos del obispo que supo ponerse al lado del pueblo; que supo escuchar los clamores de su patria y ser fiel hasta el momento de su asesinato a su opción evangélica por la paz, la verdad y la justicia.
La misa, ritual que poco tuvo en cuenta estas memorias, ni sus cantos, ni sus voces, ni sus ritmos, ni sus mujeres, ni sus muertos, es sin embargo lugar de encuentro, de manos que se juntan para celebrar la memoria viva y presente de Oscar Arnulfo Romero, San Romero de América, y de todos los mártires que aún sostienen la esperanza del pueblo.
El domingo, el grupo es invitado por los compañeros y compañeras del CBC a subir al Volcán de San Salvador. Un cachorro llora bajo la camioneta que para en un mirador camino al Boquerón. La realidad de perros enfermos abandonados contrasta con la solidaridad de personas e instituciones que se sensibilizan para dar una mano y refugio a estos animales. El grupo se conmueve y se apresta para brindar cuidado al cachorro y avisar a las instituciones competentes. Los animales compañeros de camino, acompasan un paisaje aun en su silencio, en medio de las ruinas de la guerra, la violencia cruzada de maras y pandillas; la vida florece, canta, y brinda posibilidades de solidaridad y trabajo en equipo, espacios de co-cuidado, incluso un pequeño grupo de hormigas nos habla del trabajo conjunto, el cuidado compartido que redunda en bienestar tanto particular como colectivo.
Un camino de flores, árboles y borracheros comunican la exuberancia del lugar, y el cráter… qué decir del cráter!… Siglos de historia, una laguna se divisaba antes de su última gran erupción en el año 1917. Después, nueva vida habita sus laderas, para unas un útero, una gran madre, para otras un gran misterio, una belleza de la naturaleza que nos deja sin palabras.
Luego visitamos La joya del Serén, llamada la Pompeya de América: museo arqueológico donde encontraron ruinas de hace más de 1500 años. La particularidad, unas ruinas del pueblo Maya de Mesoamérica que deja rastros de la vida cotidiana del pueblo maya; un caserío con su arquitectura, cultivos y costumbres. Un inmenso Wauuu!, acompañado de reverencia, asombro, nostalgia, gratitud, ternura y curiosidad nos conectan con la historias de diversos pueblos latinoamericanos. Las casas de bareque, las cocinas y saunas comunitarias, cultivos, ratones y patos encontrados bajo 14 capas de lava, losas, instrumentos de cocina y ritos ceremoniales… ¿En verdad eso ya es historia? ¿O quizá aún sigue viviendo en nuestros genes? ¿Qué nos cuenta la historia y la naturaleza con sus ciclos que aún no hemos escuchado?… Un bello recorrido de domingo recarga las baterías del equipo para continuar el camino de nuevo hacia Arcatao, para el segundo ciclo de trabajo con las chicas.
Tres días más nos dan la oportunidad de profundizar en el trabajo con las chicas, afinando el proceso, las metodologías, los vínculos. Para este segundo momento propiciamos la expresión plástica y manual, el canto y la voz, la creación colectiva. Llegamos así a las últimas horas de nuestro encuentro danzando la vida, construyendo nuestros nidos colectivos y escribiendo nuestros propios relatos de Creación, despertando la esperanza y la creatividad. Con una fiesta llena de música y alegría y con abrazos sinceros nacidos del aprecio y los vínculos construidos con las chicas, nos despedimos con los mejores deseos, esperando que lo vivido en el taller sirva a ellas y a nosotras para tomar aprendizajes y fortalecernos en el camino.
Aquí vamos, re creando el encuentro, ahondando nuestras raíces, alimentando nuestro árbol, reflexionando y moviendo nuestras historias. Ya el miércoles 27 en la tarde, el grupo visita la comunidad de “El Portillo”, donde han crecido algunas de las jóvenes que compartieron con nosotras. En el camino, bajo un árbol grande conocido como “El descanso” Edith y Larry nos hablan de las huellas y los caminos que surgieron durante la época del conflicto armado como formas de resistencia popular y estrategias de sobrevivencia ante la crisis humanitaria. Así, nos encontramos con caminos, casas y hospitales en construcciones subterráneas, nidos ocultos de solidaridad y resistencia para muchas familias durante el periodo de crecimiento del espiral de violencias, una forma de sociocuidado y construcción de comunidad, entretejiendo las fronteras invisibles que dividen políticamente a El Salvador y Honduras, llamados “Tatus”. Allí, el silencio ocupa un lugar importante en el proceso de aprendizaje y construcción de relaciones con las jóvenes, el habitar bajo tierra incrustado en sus memorias familiares despertó la creatividad en medio de la ausencia de luz ante los ojos, la capacidad de reconocer la grandeza de los pequeños detalles y la escucha de un lenguaje no verbal que nos cuenta el trabajo del espíritu y el contacto con su mundo interior, el crecimiento del ser propio y social en medio del despertar silente en procesos de sobrevivencia y guerra .
El 29, grupo se dispone a empacar de nuevo sus maletas para dirigirnos a la casa de encuentro que nos recibía en la reflexión interna de los equipos de Colombia, Chile, Bolivia y El Salvador en nuestro I Encuentro internacional de Autocuidado y cocuidado. Allí, al mismo tiempo que escuchamos las experiencias de cada país, logramos socializar el camino en Colombia constatando la abundancia de procesos y de frutos, entre ellos nuestra reciente publicación “Danzando la Resurrección de los cuerpos”, recibida con mucho aprecio por el grupo, disponiéndose a utilizar dicho material en sus trabajos de acompañamiento en cada uno de los contextos de trabajo.
Tres días de evaluación, compartir de experiencias, y aprendizajes frente a las olas del Golfo de Fonseca, en la frontera con Nicaragua, dejan el grupo pleno de alegría, abundante de retos, e ideas para seguir. Vamos avanzando en nuestra reflexión en torno al autocuidado, el cocuidado y el socio cuidado como horizontes de comprensión de nuestra propuesta y forma de trabajo. Quedan inquietudes, sueños y tareas por continuar fortaleciendo la articulación solidaria entre los procesos y comenzar desde ya a despertar la creatividad para mantener los lazos de comunicación y crear un próximo encuentro.
Gracias a todos y todas por su aporte, a Yosé, al CBC, al apoyo de MM, a las compañeras de Chile, Bolivia y San Salvador, a nuestra propia disposición y riqueza aportada al proceso. Todos son ingredientes invaluables para este gran paso.
Alejandra Romero Sánchez
Judith Bautista Fajardo
Andrea Catalina Suárez