Seguir hoy en Colombia las huellas del “amor eficaz”


Tengo la certeza de que ha sido de una envergadura considerable y de una riqueza orientadora para la actualidad del proceso de paz en Colombia todo el esfuerzo que en estos últimos años se concretó (en KairEd principalmente) a través de múltiples escritos, conferencias, mesas redondas, testimonios y expresiones artísticas -entre otras muchas iniciativas- recuperando y reviviendo el mensaje y entrega de Camilo Torres, impactados todavía y para siempre por la actualidad de su vida y su testimonio.

Pero así mismo tendrán que seguir abundando hoy y mañana esos y otros innumerables aportes que se propongan dar luz y posibles pistas de salida a las nuevas y cada vez más rápidamente cambiantes condiciones de nuestra historia y sociedad. Porque con Camilo, al igual que con muchísimas personas sabias, proféticas y maestras de vida en la historia de la humanidad, tendremos siempre una fuente inagotable de inspiración y fuerza para entendernos mejor, encontrar salidas a los problemas y en definitiva vivir más felices. Tal fue su propósito y su contribución.

Para que pueda concretarse en la actualidad de nuestro país la eficacia del amor que proclamó Camilo tenemos que reconocer que semejante enunciado y tarea hay que abordarlos sin duda desde todas y cada una de las personas de nuestro país, al que amamos viviendo dentro o fuera de sus fronteras geográficas. Dando con coherencia y profundidad de vida lo mejor de cada uno/una. Y tratando de sacar lecciones valiosas de muchas partes de nuestro mundo globalizado, porque la paz es un reto que desborda, que es difícil de medir y que, logradas unas etapas básicas para el presente, permanecerá vigente sin agotarse del todo.

Desde todas las áreas de la sociedad y desde todos los rincones de nuestro país hay quienes están trabajando para que la paz en Colombia sea una realidad: Para que se concrete eficazmente. ¿Indudablemente fruto del amor? ¿Y qué tipo de amor? ¿Amor según las propias posiciones solamente? Son preguntas que cada persona se tiene que hacer, pero que también entre todos debemos revisar para lanzarnos sin pausa a solucionar los obstáculos que existen en el interior de nosotros mismos y en la convivencia colectiva.

Sin duda hay dos aspectos en los que más hay que trabajar y que son reconocidos como claves y definitivos hoy entre nosotros, que además son desafíos en muchas partes del mundo y constituyen prioridad para quienes buscamos la convivencia social y la educación. Uno, la necesidad de que avancemos considerablemente en la capacidad de diálogo sincero, reconociendo que nadie es poseedor de la verdad completa; que constituye una enorme riqueza el constatar que somos diferentes (por la historia de cada uno/una, en los gustos y opiniones, en los intereses y convicciones según raza, orientación religiosa o no, consideración política o preferencia deportiva o artística). Y que, dada la durísima realidad de más de medio siglo de guerra y atrocidades en Colombia, necesitamos desarmar los corazones de odio y rencor, a fin de que podamos concretar los caminos que nos despejen las soluciones acordadas y necesarias para la reconciliación, la concreción de los acuerdos y la paz.

El otro aspecto, necesario para que el amor se pueda concretar eficazmente en nuestra nación y para el feliz y buen vivir entre todos/todas, es el combate a la corrupción en cualquier ámbito en el que se dé. En el respeto y adecuación de cada ciudadano/a a las normas de convivencia y al cuidado delicado de los bienes que son de todos, necesarios para una vida digna.

Pero para conseguir con éxito el desafío de ambos aspectos de macroenvergadura, en la actual coyuntura preelectoral del país, es urgente contribuir desde todos los lados a que confluyan en acuerdos básicos y en posiciones comunes las fuerzas progresistas y críticas frente al actual estado de cosas en el país: Polarización política, metástasis de corrupción en las élites, entrega del país a las empresas multinacionales, violación de derechos humanos, luchas diarias de las organizaciones sociales y de mucha gente por la protección y vida digna para toda la población, con prioritaria atención a las poblaciones más vulnerables y vulneradas por décadas. Es urgente e inaplazable conformar un bloque de acuerdos y fuerzas, en una interacción constante y de mutua exigencia entre fuerzas políticas y organizaciones sociales que sean garantía del cambio profundo y de la regeneración que nos hace falta.

 

Aquí hemos de aprender de procesos muy aleccionadores que se están dando en diferentes lugares del mundo como -me atrevo a decir- por ejemplo en España donde estoy viviendo, en medio de la corrupción existente, quizá la mayor en la Unión Europea, y también de polarización de posiciones de enormes proporciones, que tiene su fuente intransigente principalmente en la dictadura franquista y en gobiernos conservadores con poderosos e indudables vínculos con las élites gobernantes de Colombia desde hace muchos años.

Creo que la propuesta y aporte del Frente Unido de Camilo Torres debe situarnos hoy en un seguimiento convencido y generoso de sus huellas y de su convicción de que el amor ha de ser eficaz en su concreción.

 

José Naranjo

Barcelona-España

 

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