Impactos y desafíos de la visita del Papa Francisco a Colombia
Después de haber vivido intensamente la primavera eclesial propiciada por el advenimiento del Papa Juan XXIII (1959-1963), por el Concilio Vaticano II (1962-1965), por el testimonio de amor eficaz del padre Camilo Torres Restrepo (1959-1966), por la encíclica Populorum Progressio del Papa Pablo VI (1967), por la asamblea de obispos latinoamericanos de Medellín (1968) y su opción por las Comunidades Eclesiales de Base, la Educación Popular y la Catequesis Liberadora, por el movimiento de cristianismo revolucionario de Golconda (1968-1972) y el episcopado profético de Mons. Gerardo Valencia Cano en el puerto de Buenaventura (1953-1972)…. Después de sobrevivir al largo invierno eclesial articulado desde la Conferencia Episcopal de Colombia y la secretaría general del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) a partir de 1972, con el fin de demonizar y perseguir a la teología de la liberación como “infiltración marxista en la iglesia”…. Después de estos 40 años (1972-2013) de catacumbas, martirios y condenaciones… hoy nos sentimos como volviendo a renacer bajo el soplo de la RUAH – Espíritu de Dios en nosotras y nosotros – más libres, con mayor autonomía y creatividad, con apertura y acogida al actual proceso renovador que inició el Papa Francisco desde su elección en 2013 y que nos mostró con tanto vigor, alegría y esperanza durante la pasada visita a Colombia del 6 al 10 de septiembre de 2017.
Para compartir diversos pareceres y a modo de balance de la visita del Papa Francisco, nos encontramos en la sede de Kairós Educativo – KairEd – el pasado miércoles 13 de septiembre en un conversatorio de intercambio, escucha, aprendizaje y fortalecimiento mutuo. Compartimos los siguientes impactos y desafíos:
Impactos
- Cuando el actual catolicismo no responde más a las búsquedas espirituales de la población, cuando las actuales instituciones que sustentan al sistema se hallan en su peor descrédito, el mensaje y las acciones del Papa Francisco llegaron a millones de personas impactándolas profundamente en sus opciones y sentido de vida a tal punto de llevarlas, en muchos casos, a re-pensar su pertenencia a espacios de fe y a re-vivir su relacionalidad de hermandad con otras personas y con la naturaleza a través de acciones concretas. Expresiones tales como “ahora hago oración con textos bíblicos”, o “deseo amar a todas las personas” dicen mucho en cuanto a la vivencia personal y cotidiana de una espiritualidad de la vida y de la esperanza fortalecida por la visita papal.
- En medios ateos y seculares se suscitó movimiento hacia nuevas actitudes sobre las personas en situación de vulnerabilidad, sobre los derechos de la Amazonía y el aprendizaje que debemos tener de los pueblos indígenas, sobre el interés por lo comunitario, por no sentir miedo a los otros, ir más allá de los cercados nidos familiares, pensarse como país viviendo mejor de lo vivido hasta el momento, recuperando el sentido de la política como cuidado del bien común… Queda a nivel del impacto colectivo la pregunta por su continuidad…y ahora ¿qué sigue? ¿Fueron tan solo días maravillosos y fugaces o hay algo más?
- Los mensajes del Papa con hondo sentido de humanidad despertaron y movieron la espiritualidad de creyentes y no creyentes. Este sentido fue muy bien identificado y recibido en esa esfera de lo espiritual. Por eso molestó mucho y fue rechazado el oportunismo de políticos, como Germán Vargas Lleras, que llegaron a los lugares de encuentro buscando firmas de apoyo para su próxima campaña electoral. Fueron mensajes de aliento y de esperanza acompañados de gestos de cercanía y acogida contundentes en sinceridad y humildad como los abrazos, las bendiciones, los besos hacia las niñas y los niños, las personas enfermas y diferentemente capacitadas, las mujeres vulneradas, las víctimas de la guerra y la discriminación, etc. Por eso su mensaje de perdón y reconciliación tiene tanta credibilidad por la coherencia con sus hechos y actitudes. Es un ser humano rico en sencillez y credibilidad que batalla contra la corriente, por eso convoca multitudes involucrándolas a hacer parte del despertar de la alegría y la esperanza.
- Nos encontramos con un Papa que conocía y sentía muy bien el contexto colombiano, lo que pasaba con las víctimas, con el proceso de paz, con la polarización política, con la crisis de espiritualidad y de ética. Supo hacer una lectura crítica y esperanzadora de ese contexto. Se movió muy bien diciendo con finura pero con firmeza lo que había que decir a los jóvenes, a los obispos, a las religiosas y religiosos, a las víctimas, a los políticos y gobernantes. Ayuda mucho su agudeza, su sabiduría, su sentido de humor, su profunda espiritualidad. Se ve que es una persona de oración con un hondo sentido del encuentro, de la escucha, de la necesidad de caminar juntos, siempre con una frase del evangelio en su boca. A las mujeres les llama la atención su sencillez, su sensibilidad, “se dejaba tocar y abrazar”. Es a partir de esta cercanía al pueblo que pudo hacer una crítica creíble y esperanzadora de la crisis colombiana.
- Impactó el lenguaje que todo mundo entiende, sencillo y profundo, capaz de mover y sacar de adentro la espiritualidad que todas las personas tienen, abriéndola a la coherencia con lo que creen. Le ayudó mucho el hecho de expresarse en el mismo idioma de sus oyentes, como hablando con cada persona, moviendo emociones profundas y abriéndoles al mensaje que quería comunicar de una manera interpelante y penetrante. Se vivió un tiempo de fuerte efervescencia del sentimiento religioso desafiado hacia el profetismo, la denuncia, el cuestionamiento de realidades injustas y dolorosas, toca la llaga y la remueve, llamando a la vez con insistencia hacia el perdón y la reconciliación, pero faltó convocar a las iglesias y espiritualidades diversas a hacer parte de él. Queda por ver hasta dónde la gente del común tiene la capacidad de canalizar esta emocionalidad espiritual y encaminarla hacia “dar el primer paso”, a nivel personal y a nivel comunitario; hasta dónde construye nuevas simbólicas y lenguajes que expresen y celebren nuevas comprensiones de fe más acorde con los cambios culturales, con los desafíos del contexto y con las nuevas generaciones.
- El mensaje a la gente joven en la Plaza de Bolívar fue muy impactante y bien recibido, con fuerza y resonancia, sobre todo en la invitación a no cargar las historias de dolor y sufrimiento de las generaciones pasadas que les impida soñar en grande y trabajar por otro mundo posible, tratándoles como personas valiosas con inmensas capacidades creativas en medio de un contexto tan urgido de sus aportes, sueños y rebeldías.
- Las mujeres fueron reconocidas, apreciadas, respetadas y resaltadas. Muchos varones se sintieron interpelados y llamados a cambiar las relaciones y los conceptos hacia ellas. Muchas mujeres se sintieron apoyadas y fortalecidas para replantear las relaciones intra-familiares, se escucharon expresiones como “eso va a cambiar en mi casa!!!”. Mostró una actitud hacia las mujeres que recuerda al modo cómo lo hizo Jesús.
- Mostró el contraste entre su manera de vivir su liderazgo político-espiritual con los líderes de la iglesia tan excluyentes y lejanos, tan desconocedores e insensibles del sufrimiento de la gente. El liderazgo de Francisco siente la realidad, la conoce y la estudia, escucha a las víctimas y aprende de ellas, reconociéndolas y re-afirmando su aporte como “lecciones de altísima teología”, especialmente si se trata de mujeres; presenta un liderazgo diferente, impacta en el mundo no católico, en ámbitos sociales y políticos seculares. Está el desafío de rumiar los aportes que nos da este liderazgo, ahondar en lo que significa esta novedad primaveral del ejercicio del papado y cómo entrar a participar de él. Cómo hacer para que la relación líder-masas no se quede en un vínculo y un impacto personal sin perspectiva comunitaria, como si las opciones políticas y éticas sólo se movieran en el terreno de la voluntad personal. Cómo hacer para articular los sentimientos exacerbados mediante las movilizaciones masivas, para articular la rica dimensión personal con lo comunitario y lo contextual, para que las interpretaciones del Evangelio no se queden en el plano personal sino que además toque lo estructural y abra hacia la acción, entonces aparece aquí el tema de las mediaciones de la acción… ¿qué mediaciones coherentes construir?
- El rol que cumplió la sede de la nunciatura como lugar libre de protocolos y programas, propicio para el encuentro, la expresión espontánea, la cercanía, el saludo, el cariño, la diversidad, la fiesta. Esto hace pensar en un nuevo sentido que las nunciaturas podrían tener como espacios de encuentro, articulación y testimonio para animar el perdón, la reconciliación y la paz. No podemos olvidar que fue en este espacio donde una niña con síndrome de Down –Lina Maria – posicionaron el tema de la vulnerabilidad y que el Papa Francisco retomó, afirmando que todos somos vulnerables, que todos necesitamos que la vulnerabilidad sea respetada, reconocida, curada y que dé frutos a los demás….y concluyó el encuentro solicitando a la concurrencia que rezara por él porque también él es vulnerable. Esta idea aprendida de Lina María, Francisco la retomó varias veces durante su gira.
- Las misas en los espacios abiertos al mundo, a la multitud serena, tranquila, dispuesta al silencio y a la escucha discipular pero también a la participación alegre y afectuosa. Impresionó las lecturas bíblicas y su interpretación a partir de la realidad colombiana llevando a la reflexión, a la meditación y al cuestionamiento personal y colectivo. Las liturgias incluyeron la belleza con sobriedad. La música en el pPrque Simón Bolívar impactó y ayudó a vivir la interioridad espiritual.
- Los llamados hacia el rostro afroamericano y amazónico de la iglesia, hacia la ecología, hacia la niñez y la juventud pidiendo más espacio, reconocimiento, acompañamiento y formación. La recuperación que hizo de Gabriel García Márquez, rescatándolo del “infierno”, al citarlo en dos de sus discursos. En la manera como ejerce el pontificado pone en el centro la vida y la espiritualidad del pueblo de Dios, su palabra, su clamor, sus pedidos y solicitudes, sus cartas y llamados, sus devociones y creencias. Es así que las niñas y los niños del IDIPRON, en la bienvenida que ofrecieron al Papa en su llegada a la nunciatura, se sintieron con toda la confianza para solicitar la beatificación del sacerdote salesiano Javier de Nicoló, fundador de la obra.
- La visita papal mostró que el país está sediento de creencias y que éstas se hallan en disputa en donde está en juego qué tipo de “dios” se impone, una verdadera lucha de dioses e ídolos. Esta visita se enmarca dentro de esta lucha, destacando la veta espiritual del Papa como un referente importante en la construcción de creencias. Plantea el desafío de llenar de contenido este referente. El gobierno y la conferencia episcopal refrendan de la visita lo que les interesa, al gobierno con relación al proceso de paz que agencia, a la jerarquía católica con relación a su papel protagónico en el nuevo contexto. La pregunta es ¿quién capitaliza la visita? Entendida la visita papal como una actividad de masas hay que comprender también que es dentro de este marco que la misma tiene sus posibilidades y límites, y que lo más relevante es la movilización de sentimientos llevándolos hasta su efervescencia, pero pasada la actividad, éstos bajan. Queda el desafío, desde nuestros procesos comunitarios y desde un cristianismo liberador, de canalizar lo que se ha despertado, cómo y hacia dónde, cómo hacer para que el impacto de la visita tenga durabilidad y continuidad. Cómo hacer para aprender a creer en nosotros y nosotras mismas, aprender que la fe no es depender de un líder carismático autoritario, o creemos en nosotros y nosotras mismas o no creemos, este es el núcleo para hacer frente a la expansión del fundamentalismo religioso.
- El tema de las víctimas puesto en el escenario de Villavicencio, dejó la idea del victimario y las víctimas sólo de las guerrillas, el discurso en cuanto al tema del conflicto y la producción de la víctima y la victimización quedó, aunque valioso, muy corto.
- En cuanto al impacto político, dejó ver la fragilidad del discurso de la extrema derecha colombiana al sacar tema de la paz de la polarización y ubicarlo en el horizonte más amplio de la ética y de la espiritualidad a la vez que presentó la perspectiva restaurativa del perdón y la reconciliación, al poner en un escenario mundial a las víctimas, sus relatos y reclamos no escuchados, su identificación con el Cristo mutilado de Bojayá como simbólica colectiva interpelante; el haberse ubicado, no en los templos, sino en espacios abiertos y públicos como plazas, atrios y parques, y desde ahí denunciar las injusticias y las porquerías humanas suscitando adhesión y simpatía colectiva e impactando de manera significativa la cotidianidad de las personas; el hablar a la juventud en una sociedad sin esperanza es asumir el rol del “papá” que muchas y muchos jóvenes no tienen, imprimiendo orientación de la vida, lo cual es muy importante en una sociedad en crisis; decir en una cultura tan conservadora como la paisa que la fe se “callejea” es un llamado fuerte hacia la apertura de una fe encerrada y controlada en las cuatro paredes del templo; el poner “contra las cuerdas” a la jerarquía de la iglesia diciéndole lo que queríamos decir pero que nadie se había atrevido a hacerlo.
- La visita produjo un “remezón espiritual” llevándonos a revisar nuestra vocación humana y cristiana tocándonos “lo que nos mueve por dentro” y que nos han arrebatado las iglesias a lo largo de tantos años despojándonos de nuestra dignidad de indígenas, mujeres, jóvenes, población LGBTI, niñez, ancianidad, etc.; ayudándonos a hacer camino de restauración simbólica de una manera pública en espacios urbanos abiertos y acogedores de las diversidades lo que produjo reconocimiento de la identidad y dignidad como pueblo, en ciudades donde la elite política y el poder local lo pisotea negando sus derechos y sus capacidades creadoras y transformadoras. Esta “zarandeada” nos puede ayudar a seguir visibilizando y reconociendo las nuevas y diversas espiritualidades como conexiones profundamente interhumanas necesitadas las unas de las otras. A nivel de iglesia nos interpela a conectar la experiencia de fe individual con la espiritualidad de la vida, con la dimensión comunitaria centrada en la construcción del Reino de Dios, una fe integral que pasa por opciones políticas, económicas, sociales, culturales y ecoambientales.
- Impactaron las multitudes buscando orientación y sentido espiritual, el protagonismo de la niñez, la juventud, las mujeres, las víctimas del conflicto, irrumpiendo de múltiples maneras en el escenario y poniendo ahí su voz y su reclamo, como mostrando en dónde está la fuerza para hacer los cambios urgidos tanto de las iglesias como de la sociedad y a la vez resaltado la enorme crisis de las instituciones inamovibles e indiferentes al dolor de las mayorías, a las estructuras de la corrupción y de la impunidad. Esa potencialidad de cambio de las multitudes que han sido excluidas y subalternadas, en esta coyuntura favorable de construcción de paz, requiere mediación ética, política y espiritual que ahora no tienen y que se expresa de manera emocional cuando tienen oportunidad. Mostró la enorme crisis de la estructura y de la ideología colonial, clerical y patriarcal del catolicismo y de su incapacidad para dejarse interpelar y cambiar por esas multitudes reclamantes de orientación y de liderazgo espiritual.
- Los medios de comunicación jugaron un papel muy importante de acuerdo con sus intereses políticos y económicos impactando a creyentes y no creyentes, silenciando e invisibilizando lo que quisieron o tergiversando la riqueza de lo vivido con comentaristas que iban en otra dirección. A pesar que los medios de comunicación y redes sociales han generado miedos, odios, desconfianzas, polarización, manipulación y tergiversación, el mensaje de esperanza, paz y reconciliación del Papa, fue claro y contundente, quedó grabado profundamente en el corazón del pueblo moviéndolo a revisar y cambiar su manera de vivir.
¿Qué hacer?
Surgieron diversas inquietudes y sugerencias a fin de aprovechar al máximo este impulso espiritual hacia una nueva primavera eclesial generado por la visita del Papa Francisco, para que su invitación a “dar el primer paso” hacia el perdón y la reconciliación no se quede en buenas intenciones sino que tenga caminos concretos para seguir adelante:
- Ayudar a dar un salto cualitativo a nivel eclesial – hacia una iglesia de salida, iglesia hospital de campaña, iglesia pobre para los pobres – desde los espacios y los procesos micro que animamos, “callajeando la fe”, sensibilizando lo que ahí pasa y articulando con las alternativas comunitarias de vida en los barrios, en los campos y en los movimientos sociales donde se construye la paz día a día.
- Fortalecer la conexión de lo personal con lo comunitario como camino educativo que convoca y dinamiza la fe. Ayudar a conectar lo que cada quién sintió como llamado personal a cambiar, con vinculación a procesos comunitarios cercanos o afines a ese sentimiento interior.
- Desde el lugar en el que cada uno se encuentra y desde su cotidianidad fortalecer lo comunitario y lo alternativo y desde ahí reflexionar, mirar, arriesgar y construir país de otra manera, comenzar por lo pequeño, en lenguaje distinto, empoderar de otro modo, apostar por la autonomía laical, por los derechos de las mujeres, por tejer procesos largos y profundos…
- Retomar el mensaje a los jóvenes y cuestionar nuestra mentalidad adultocéntrica, seguir animando a los jóvenes a ser más críticos, a tener voz propia, a tomar la juventud como algo diferente e interpelante, aprovechar la “inexperiencia” para construir en el dialogo intergeneracional algo nuevo…
- Conectar los sentimientos y emociones despertadas con la visita del Papa con las experiencias del cristianismo de liberación que han venido siendo construidas desde los años 60, reconstruyendo y difundiendo las memorias de lo vivido por las generaciones anteriores entre las generaciones actuales, construyendo así un puente que ayude al encuentro y la comunión intergeneracional.
- Que lo que cada persona y proceso comunitario construye por la paz, el perdón y la reconciliación se visibilice, se escuche, se reconozca de una manera amplia en nuevos espacios donde pudiéramos participar como parte de lo que el Papa propone como “cultura del encuentro” generando narrativas de esperanza que nutran e interpelen a las diversas espiritualidades tradicionales y emergentes.
- Asumir, formar y acompañar desde las periferias existenciales y sociales el ministerio de la reconciliación como una manera de ser iglesia desde la clave de la misericordia que aporta activamente y a largo plazo en procesos ecuménicos de perdón y reconciliación generando narrativas de amor y esperanza que contrarreste las retóricas de odio y miedo imperante contra todo lo que identifica como amenaza a la familia, a la propiedad, a la tradición: lo distinto, lo diferente, lo diverso, lo interpelante, lo marginal, lo excluido, lo revolucionario.
Personas que participaron en el conversatorio:
Elia Morales, Norma Sarmiento, Carmen Cecilia Alfaro, Karen Cadena, Cecilia Naranjo, Sandra Liliana Caicedo, Marta Elena Mejía, Blanca Leticia Arteaga, María Helena Céspedes, Edgar Iván Segura, Miguel Angel Estupiñán, Carlos Enrique Angarita, Fernando Torres Millán
Bogotá, 22 -09-17